El bajo cifrado es un sistema de cifrado musical,
originado en el Barroco,
y a partir de un género y estilo musical determinado: el bajo continuo.
Consiste en un sistema de representación mixto en que bajo una línea
convencional de bajo se escriben cifras
que representan los acordes que deben realizarse simultáneamente
con dicha línea grave. Es decir, es un lenguaje de abreviaturas armónicas. La
realización exacta de melodías intermedias proporcionadas por dichos acordes
apuntados, se dejaba a la ejecución o inspiración del instrumentista (en muchas
ocasiones, el director de la orquesta, al clave;
o el maestro de capilla, al órgano).
Técnicamente hablando, podemos decir que son sistemas “cifrados” musicales todos aquellos que utilicen signos de cifras, letras o ambas para expresar los fenómenos sonoros; o,
de otra manera, aquellos que no utilicen los símbolos explícitos y particulares de las notas tal y como lo conocemos actualmente (la notación musical convencional) para expresar los
eventos musicales..
Normalmente, se utilizan, bien para enseñar técnica instrumental a quien no conoce aún la lectura solfística, o bien para evitar escribir todas las notas y pentagramas musicales en su
totalidad, como sistema de “abreviaturas” armónicas.
Históricamente, han sido (y son) algunos de los sistemas de terminología musical más utilizados, tanto en la Antigüedad (la propia cultura musical “clásica” tuvo que recurrir a
diversas variantes de ellos hasta conseguir desarrollar el sistema actual, a partir del año 800-1000, aprox), como en la actualidad, donde siguen existiendo y ocurriendo muchos contextos
en los que su eficacia y utilidad es sobresaliente.
En la música académica o "clásica" el más conocido de todos los utilizados a partir de cifras con fines prácticos o pedagógicos, desde el barroco, es el denominado
bajo cifrado (surgido de la técnica de un estilo o género musical particular: el bajo continuo).
También son lenguajes cifrados todos aquellos (casi todos posteriores al bajo cifrado), surgidos del estudio y análisis de las obras musicales, y que pretenden explicarlas o asimilarlas por medio de diversos esquemas y modelos. Son muy variados, según la escuela teórica que siga, y la base terminológica que utilice. En líneas generales, dentro de la enorme variedad, podríamos agruparlos tipológicamente en cifrados
gramaticales o interválicos (como el propio bajo cifrado, que esquematiza acordes y estructuras interválicas sobre un punto de referencia, sin entrar a explicar su función ulterior); cifrados
funcionales (que esquematizan las funciones de los acordes, o mejor, de los grados armónicos, según los conceptos de la escuela que lo mantiene); cifrados sintácticos (que inciden en la construcción y los elementos abstractos de una frase musical), formales (que estudian las formas como
elementos básicos de la composición) y “otros tipos” (estilístico, tímbrico o instrumental, estadístico, etc…o bien, según el parámetro musical que estudia: cifrados armónicos,
melódicos, rítmicos, composicionales, etc..)
melódicos, rítmicos, composicionales, etc..)
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